domingo, 22 de noviembre de 2015

Libros: La historia sin fin (Ende)

La historia sin fin
de Michael Ende
(Ed. Alfaguara)

En un capítulo de Los Simpson, el abogado Lionel Hutz hace un chiste sobre un lugar tipo Todo lo que pueda comer: "Es el caso más flagrante de publicidad engañosa que he visto desde La historia sin fin"Es un buen chiste, sin duda, si uno sólo vio la película. Pero para los que tenemos la fortuna de haber leído el libro, el chiste pierde sentido: sabemos que en efecto ésta es una historia que no tiene fin, en más de un sentido...

Muchas veces hemos escuchado aquello de que un libro clásico es distinto cada vez que lo leemos. Esto también es estrictamente cierto. Un buen libro tiene una buena dosis de ambigüedad, y los huecos que deliberadamente ha dejado quien lo escribió los rellenamos los lectores con lo que podemos en ese preciso momento de nuestra vida. Así, dado que una lectura cuidadosa suele cambiar nuestra manera de pensar, cada vez que releemos un libro somos distintos, y el resultado es distinto. Pero no sólo es eso lo que ocurre con este libro. Ese es apenas uno de los niveles en los que esta historia no tiene fin.

Antes de entrar de lleno a la recomendación, me detengo en una de las vías por las cuales un libro se convierte en lo que Umberto Eco llama una obra abierta: la relación entre el autor y la obra. Esta relación la explora Borges en muchos textos: desde el maravilloso Pierre Menard, autor del Quijote, en el que entendemos que tanto el Quijote que escribió Cervantes como el de Menard son dos libros completamente distintos, a pesar de ser idénticos; en el Homenaje a César Paladión, Borges y Bioy Casares llevan el razonamiento a los terrenos del absurdo; y en Kafka y sus precursores, Borges nos hace ver cómo un nuevo autor influye en los autores que le precedieron.

Pero en este libro sin fin, Michael (léase Mijael) Ende va más allá: además de que la ambigüedad es una fuente que expande a la historia, dos niveles adicionales hacen que la historia simplemente no se acabe. No cometeré la gaffe de ventilarlos. Tienen que leer el libro. Pero como sugerencia, por mera precaución, no lean el libro estando de pie. Como bien lo escribió el maestro, es mejor leerlo sentado, acostado, recargado, aovillado... Se darán cuenta de que la fantasía de Ende es muy distinta de aquélla a la que estamos acostumbrados. Y si les gusta lo suficiente como para seguirlo leyendo, lo constatarán después de devorarse Momo, El espejo en el espejo, La prisión de la libertad (con un relato que me recuerda tanto a Tlön, Uqbar, Orbis Tertius...). Todo magnífico, yomi, yomi.

Era inevitable que tarde o temprano recomendáramos este libro. Y aunque no recibo comisión de la editorial, sí les recomiendo que NO lean una versión electrónica. No puedo decir por qué, pero hay una buena razón.

Hasta la siguiente entrega. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Cine: Fitzcarraldo (Herzog)

Fitzcarraldo de Werner Herzog "Deberían internarme en un psiquiátrico. Deberían impedirme hacer más películas". Según la leyen...